EL HERBARIO COMO RECURSO PARA EL APRENDIZAJE DE LA BOTÁNICA
"Trabajar en un herbario
es como ir de paseo. En el herbario, gracias a los datos de campo de las
muestras botánicas y a la implantación de veloces sistemas informáticos, es
posible viajar en pocos minutos, desde La Guajira hasta el Roraima o desde la Península de Paria hasta
los llanos apureños. Se puede ir también desde las profundidades marinas hasta
las cumbres más elevadas. En realidad, gracias a la información contenida en
las etiquetas, se pueden construir mapas de distribución geográfica y
altitudinal de las especies. Trabajar en un herbario es como vivir una
aventura.
Trabajar en un herbario
es gratificante, es magnífico que los investigadores logren gracias a las
muestras depositadas, una determinación positiva de una planta desconocida.
Pero si ello no ocurre, es aún mejor, ya que se mantiene con vida la ilusión de
tener entre las manos una especie nueva para la ciencia.
Por otra parte, lo
científico no agota la significación de los herbarios. La planta prensada y
desecada es algo más que el objeto de la ciencia botánica; es sobre todo el
testimonio de un tiempo que se fue; es el signo evocador de un paisaje y de un
día especial. J.J. Rousseau, ilustre aficionado a la botánica, decía en los
últimos años de su vida: “no volveré a ver aquellos hermosos parajes, aquellos
bosques, lagos, praderas y montañas, cuyo recuerdo siempre ha conmovido mi
corazón; pero ahora que no puedo recorrer aquellas venturosas comarcas, no
tengo más que abrir mi herbario y enseguida éste me transporta allí” (Calderón
2003).
Las plantas que los
exploradores buscaron con esfuerzo y tesón hasta los confines del mundo, con
riesgo de perder su vida o sus bienes, se encuentran de un golpe de vista en
las muestras prensadas de un herbario. Muchas veces, los trabajadores y
usuarios del herbario se han extasiado contemplando muestras de grandes
botánicos de reconocimiento mundial, o especímenes extraídos de lugares remotos e inaccesibles
o recolectados en fechas tan importantes para el ser humano como es el
advenimiento de la navidad y el año nuevo. Habrán sentido la urgencia de
atender a las muestras infestadas o contaminadas como si estuvieran vivas o se
tratase de sus propios parientes. También habrán percibido un extraño hormigueo
cuando tienen la oportunidad de examinar un espécimen tipo. Asimismo al leer
etiquetas escritas del puño y letra de amigos y maestros que no están
físicamente presentes, se traen aunque sea por un instante a la vida. Estas
sensaciones son invaluables y quienes trabajan en un herbario tienen la fortuna
de vivirlas a diario.
Las muestras de
herbario son doblemente hermosas, tienen la hermosura pálida y estática que se
le imprimió al prensarlas, secarlas y montarlas, pero esta belleza es copia de
una belleza anterior, cuando la planta adornaba los campos y los bosques.
Quienes trabajan en los herbarios tienen con frecuencia, el raro privilegio de
ver en una planta seca, aplanada y de apariencia ajada, la planta que otrora
estuvo impregnada de un hálito vital.
En síntesis, el
herbario transforma radicalmente los modos de recuperación del pasado. Con el
herbario, el hombre se apropia de las funciones de la naturaleza, el pasado
comparece de nuevo en la conciencia, convocado por el mismo.
Para concluir, se debe
señalar que vincular de manera efectiva la actividad de los herbarios a la
educación del pueblo venezolano no es tarea sencilla, pero es un deber y los
herbarios que lo cumplan se sentirán orgullosos de haberlo hecho. En este
sentido, el autor se permite compartir una breve reflexión con los directivos
de los herbarios y quienes allí trabajan: no se queden anclados en el ayer
viendo horizontes y sueños pasar…como si la aventura de crear y cambiar no
existiera."
Profesor Efraín Moreno. (Herbario
Francisco Tamayo. Universidad Pedagógica Experimental Libertador)
ACTA BOT. VENEZ. 30 (1):
415-427. 2007